- (…) con un ojo la vi ponerse las medias temprano a la mañana. Ni ganas tuve de frenarla. “No te vayas”, podría haberle pedido. Pero no. Para qué, si igual no se iba a quedar. No se iba a dejar convencer. Es tan obstinada.
Fernando la maltrata. La muele a palos hasta hacerle esos hematomas que comienzan siendo púrpura y sin avisar un día se vuelven color batata. Le golpea la cabeza, le retuerce los brazos, le tira del pelo. La muerde hasta hacerla sangrar. La arrastra a su cárcel de alcohol susurrándole al oído las palabras más violentas. Y ella nada, se deja. No le ruega, no lo enfrenta, ni siquiera lo odia. Él la llena de golpes bajos, y ella ni se conmueve. Él se pone agresivo en la intimidad, y ella ni lo echa de la cama. Le saca dientes con un solo impacto del puño, y ella ni se hace poner postizos. Le taladra cada centímetro del cuerpo hasta dejárselo todo entumecido. La sumerge en una bañera de agua helada todas las mañanas, y ella se siente como nadando en un spa.
-No hacía falta tanta metáfora: esto es una denuncia policial, no una pieza lírica.
Fernando la maltrata. La muele a palos hasta hacerle esos hematomas que comienzan siendo púrpura y sin avisar un día se vuelven color batata. Le golpea la cabeza, le retuerce los brazos, le tira del pelo. La muerde hasta hacerla sangrar. La arrastra a su cárcel de alcohol susurrándole al oído las palabras más violentas. Y ella nada, se deja. No le ruega, no lo enfrenta, ni siquiera lo odia. Él la llena de golpes bajos, y ella ni se conmueve. Él se pone agresivo en la intimidad, y ella ni lo echa de la cama. Le saca dientes con un solo impacto del puño, y ella ni se hace poner postizos. Le taladra cada centímetro del cuerpo hasta dejárselo todo entumecido. La sumerge en una bañera de agua helada todas las mañanas, y ella se siente como nadando en un spa.
-No hacía falta tanta metáfora: esto es una denuncia policial, no una pieza lírica.