miércoles, 17 de octubre de 2007

Sinsentir

Un pelo del ornitorrinco de adelante se eriza violentamente cuando la ventisca helada del Polo Oeste gana la maratón. La línea perfecta del cuadrado fulgura, arde en una gruesa cana de barba. Las venas azules se expanden a lo largo de las pezuñas y de los rulos locos de la oreja. Sin mirar a los lados, se rasca la profundidad del ombligo y la pelusa se le pega a las bujías como un oxímoron transparente. La ventisca del Polo Oeste festeja su triunfo volándole la boina y el ornito, ¡pobre!, se queda pelado.